viernes, 9 de abril de 2010

lefty

tengo que asistir con silla de ruedas a una mujer que aparenta caminar perfectamente.

no digo nada, porque he aprendido a llenarme de esta decisión cuando luce pertinente para mí hacerlo.

la mujer no tuvo mueca alguna luego de esperar por mí, pues su hija le estaba acompañando. noté que esta otra mujer, quien yo opté por asumir que era la hija, se paraba al lado izquierdo de su madre. buscaba toda la oportunidad de mantenerse en ese lado mientras yo ayudaba a su madre a sentarse en la silla e incluso cuando comenzaba a dirigirnos a su puerta de embarque. fue así como, luego de algunas de las bromas estúpidas que digo para derretir los hielos de incomodidad entre la gente y yo, la hija me contó que su madre había perdido la audición en uno de los oídos y eso le causaba un desbalance que no le permitía caminar hasta el avión.

imaginé lo que sería tener uno de los auriculares muerto y sin arreglo en medio de todas tus canciones favoritas y decidí hablarle con un tono muy delicado, y muy mío, específicamente a ese oído izquierdo que cargaba con todas las voces que podía.

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